Valldemossa; maravilloso pueblo, situado en un emplazamiento elevado; forma parte del valle de la Tramontana, con sus calles empedradas y empinadas, con macetas colgando de sus paredes, que me recordaban los pueblos de las sierras de mi Andalucía. Tiene además azulejos en honor de sta Catalina Tomás, figura importante del S.XVI, En toda la isla es conocida como la "Beateta" y en Valldemossa,( su pueblo natal), cerca de la casa donde nació, hay una fuente con una escultura que representa a la Sta en una escena de una leyenda muy bonita que se cuenta de ella.
Es de obligado cumplimiento asomarse al mirador"des Lladroners" desde donde se divisa, tras los pinares y algarrobos, Palma de mallorca (a 17 k.). tambien se ve una preciosa vista de la parte baja del pueblo y el valle que está a sus pies.
El pueblo tiene una joya de incomparable belleza; la Real Cartuja de Valldemossa., antiguo monasterio del S. XIV, donde es sobradamente conocido, por haber vivido allí , durante un año, el compositor F. Chopin y la escritora George Sand, autora de la obra "Un invierno en Mallorca". En la Cartuja se puede ver el museo de Chopin. La visita a la Cartuja es muy interesante, nos lleva por la magnífica iglesia, el claustro, y las celdas; rodeando todo el cojunto Monumental, hay bonitos jardines, en especial los jardines de la parte de atrás de la cartuja son preciosos y en el entorno hay esculturas de Chopin y el Archiduque Luis Salvador de Austria. No era raro encontrar pintores , no sé si consagrados o aficionados, pero si plasmando con sus pinceles aquel sitio encantador. A mi , personalmente el pasear por allí me daba una gran paz, disfrutar de aquella tranquila calma. En la Cartuja ( foto de arriba, junto a la foto de Valldemossa), también pasaron temporadas Rubén Darío, Santiago Rusiñol, Jovellanos y Jorge Luis Borges.
Atravesando la plaza de la Cartuja se encuentra el Palacio del rey Sancho. Es uno de los lugares mas bellos que pueda uno imaginar,(foto de más abajo). Tiene el honor de haber recibido las visitas de Reyes, y Presidentes de todo el mundo, entre ellos los Emperadores del Japón, que lo han visitado atraidos por su belleza. En este Palacio se celebran reuniones y eventos privados, en su interior hay pinturas y un rico mobiliario.
Quien ha visto Valldemossa una vez es seguro que, si puede, volverá. Nosotros, mientras vivimos en Palma íbamos con frecuencia. Ahora en la lejanía de los años y la distancia me pregunto ¿Qué tiene Valldemossa que me atraía como un imán?.La respuesta es muy sencilla; era el disfrute absoluto de mis 5 sentidos; sólo ver aquellas aquellas casas hechas piedras a piedras la iglesia de San Bartolomé, que parecía colgar de la montaña y su maravilloso valle, era suficiente para que la vista se saciara. Los pinos, almendros, algarrobos y aquella vegetación, era una mezcla de olores especiales, que el aire me traía, ese mismo aire, que a la vez me acariciaba la cara. Me gustaba ir por allí en temporada baja, porque sin el bullicio de la gente y el sonar de los claxons de los coches, había más silencio y me permitía "oir" el inigualable sonido del silencio;alguna campana que suena, unas pisadas aisladas, el ruido de algún manantial y la calma que percibía era el más bello sonido que podía oir. Por último,mi pecado mortal; las cocas de patata, un dulce exquisito y la horchata de almendras, que me tomaba cada vez que iba , era un regalo para mi paladar.
¡¡Qué cerca de mis recuerdos, pero qué lejos en la distancia de mi querida y añorada Valldemossa.