jueves, 24 de octubre de 2013

Ádios a Santiago a través de mis gafas



Adiós a Santiago, adiós a esta mágica ciudad por la que tanto me gustaba pasear. Los días de sol me gustaba ir al parque de La Herradura donde siempre me encontraba con Coralia y Maruxa . Ya no eran para mi" las Marías" ahora eran para mi,  dos amigas, dos mujeres valientes que supieron rebelarse contra las injusticias de las que habían sido victimas. Me gustaba sentarme en un banco, cerca de ellas y ver como turistas y visitantes se hacían fotos con ellas que seguían sonriendo a todos como agradeciendo su compañía.
Los días nublados, sin dudarlo, me iba al casco antiguo sobre todo  los días que caía el "Orbayo" ( el" agüita calaera" como decimos en mi tierra), ese día era cuando más me gustaba pasear por los soportales de las "rúas" del casco antiguo que al atardecer, con la luz mortecina por el Orbayo, parecía una ciudad mágica e irreal donde los grandes edificios de piedra más que verlos se adivinaban.
El día antes de marcharnos de Santiago hacia uno de estos días que tanto me gustaban era como si Santiago me hiciera ese último regalo y por la tarde  me encaminé a mis "rúas" queridas, me quité las gafas y las metí en el bolsillo del impermeable y paseé fuera de los soprtales, sentí como el Orbayo me acariciaba la cara y se mezclaba con mis lágrimas que no podía ni quería evitar mientras recordaba el poema que Federico le dedicó a Santiago, se titula "Madrigal a Santiago" y dice así "Llueve en Santiago mi dulce amor, camelia blanca del aire, brilla entreabierta al sol: Llueve en Santiago en la noche oscura, hierbas de plata y de sueño cubren la vacía luna : Mira la lluvia en la calle, lamento de piedra y cristal, mira el viento desvanecido, sombra y ceniza de tu mar: Santiago lejos del sol, agua de la mañana antigua, tiembla en mi corazón" Autor Federico García Lorca. ( acompaño estas líneas con imágenes de "mis" rúas bajo la lluvia.