viernes, 1 de julio de 2016

Una proeza que me pudo costar cara a través de mis gafas

AYUNTAMIENTO DE ALCALÁ DEL RIO
A pesar de los años transcurridos este episodio lo recuerdo como si estuviera pasando ahora mismo, no sé si por el susto que pasé o porque mis padres no me castigaron como solían hacer cada vez que hacía una "barrabasada". Que no me castigaran es algo que no comprendí en aquel momento, más tarde creo que lo entendí.
En aquella época los Domingos, la gente joven de Alcalá del Rio, solían salir a pasear a  la c/ Mesones que era la carretera que iba bordeando el pueblo desde el río  hasta la parte de arriba, más tarde se iban, a seguir paseando, a la Laguna una c/ ancha y bonita que desembocaba en la Plaza del Ayuntamiento. A mis amigas y a mi nos gustaba también ir a la c/ Mesones pero lo teníamos prohibido por  nuestros padres porque tenían miedo de que en la c/ Mesones ( que era la carretera) nos pudiera ocurrir algo; no sé que nos iba a ocurrir si en aquel tiempo apenas pasaban coches, tan solo el autobús de línea a Sevilla, algún camión y algunas bicicletas, así que aquel Domingo decidimos que iríamos a la carretera, aunque previamente les habíamos jurado a nuestros padres que de la Laguna no nos íbamos a mover. Salimos hacia la carretera con toda ilusión porque...¡íbamos solas!! además íbamos emocionadas por aquello de hacer lo prohibido. Cuando llegamos a la carretera mis amigas cruzaron al otro lado, todas menos yo que no me atrevía a cruzar, no por miedo sino por si me veía alguien conocido y se "chivara" a mis padres, por fin me atreví cerré los ojos y crucé con tan mala suerte que no vi una bicicleta que venía a todo gas, que me llevó por delante tirándome al suelo, caí de cara dándome con el pico de una piedra cerca del ojo derecho. En mi vida había visto tanta gente a mi alrededor ofreciéndome sus pañuelos que se llenaban rápidamente de sangre; recuerdo que mi preocupación era que mis padres no se enteraran que esto había ocurrido en la carretera y cuando la gente se enteró que yo vivía en el cuartel, se fue retirando"discretamente" me encontré sola, momento que yo aproveché para reunir a mis amigas y le dije que tenían que decir que todo había ocurrido en la Laguna. Mis amigas aprendieron bien la "lección" y cuando llegamos al cuartel mi madre me vio llegar llorando y mis amigas "recitando" el percance aprendido, llamó a mi padre que me llevó rápidamente al médico, quién después de reconocerme y curarme la herida le dijo a mi padre que había tenido suerte donde había sido el golpe ( el rabillo del ojo derecho) que si me doy más hacia el ojo este se me habría vaciado y si me doy hacia la sien, el golpe habría sido mortal. Mi padre comentaba cuando hablaba de esto, que al escuchar al médico creyó morir de angustia. Angustia la que yo sentí cuando, después de curada con un montón de vendas que parecía una momia, salimos a la c/  nos encontramos con un señor que le pregunta a mi padre que había dicho el médico, mi padre que le cuenta lo que ya sabemos y este "simpático" señor le dice a mi padre"cuando la vi cruzar la carretera y la bicicleta que se le echó encima pensé que la mataba ", mi padre le dice " perdone pero a mi hija la ha cogido en laLaguna"y el "simpático" que dice " no no, era esta niña" y esta niña está arrastrando los pies en le suelo esperando que se abra la tierra y se la trague, como no lo consigo tengo que reconocer como había sido todo.
Cuando llegamos a casa mi padre le cuenta todo a mi madre y para mi asombro no me riñen, solo mi madre se llevó una larga temporada preguntándome a cada momento" dime cuantos dedos tengo aquí" y cosas por el estilo, supongo que temiendo que no viera bien . Yo me preguntaba porque no me habían castigado por haberme ido a la carretera, llegué a la conclusión de que el miedo a que me hubiera ocurrido algo irremediable, los había aplacado.
De todos modos tanto mis amigas como yo nos asustamos tanto al ver tanta sangre que no se nos ocurrió  volver más a la carretera.
Recuerdo que cuando salía con mis amigas, de vez en cuando, mi padre aparecía y si estaba de servicio la que aparecía era mi madre, no me decían nada, pero aparecían. Me temo que no se fiaban de mi y mi madre me decía " Antoñilla las mentiras tienen las patitas muy cortas. Terminé convencida de que era así.





2 comentarios:

  1. ¡Menuda eras! No te las apañabas bien para pasar "desapercibida" en una mentira.¡La mare que te parió! Me he divertido con tus aventuras infantiles de lo lindo. Yo sí era obediente, pero era terriblemente curiosa y el porqué de las cosas, me gané a pulso muchas regañinas, bueno son recuerdos entrañables y jamás los olvidaremos porque forman parte de una etapa estupenda de nuestras vidas.
    Enhorabuena, me encantó la entrada.
    Besillos.

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  2. Gracias compi por tus comentarios, siempre tan cariñosos,un beso

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