viernes, 31 de diciembre de 2010

MI FAMILIA GITANA (RELATO PARA MAYORES



Manuel y Antonia eran un matrimonio de gitanos, que vivian en
Alcalá del Rio allá por el año 41 del siglo pasado. Vivían por
detrás del cuartel, bajando hacía el río, en una casita humilde pero muy limpia, que tenía un pequeño corral con un cobertizo con algunas cabras y arrietes con flores.
Recuerdo que Manuel era alto, delgado y muy moreno, pescaba barbos en el río que luego vendía por las casas. Antonia también era alta, derecha como un junco, con unos enormes ojos negros bellísimos, la tez morena, siempre vestida de negro , la falda co vuelo hasta cerca de los tobillos y un pañuelo negro en la cabeza. Años más tarde oí decir a mi madre, que se le había muerto un hijo, Pero a pesar de vestir como de luto era la mujer más dulce, alegre y cariñosa que recuerdo, y para ayudar a la escasa economía de su casa, vendía la leche que daban sus cabras.
Un día estaba mi padre en la puerta del cuartel y vio pasar un hombre al que no concía, que iba con paso vacilante, mi padre creyó que iba un poco bebido, pero de pronto el hombre cayó desplomado. Mi padre no se lo pensó, lo cogió en brazos , le dijo a un compañero que llamara al médico y el llevó al hombe a casa y lo acostó en su cama. Aquel hombre era Manuel. El médico dijo que tenía una debilidad tremenda. quizás por falta de alimentos y mi madre le dió algo de comer. Cuando Antonia se enteró vino corriendo a casa, aunque más tarde le diría a mi que entró con tal miedo en el cuartel,que pensó que nada bueno podía esperar de los "civiles". Cuando Manuel se repuso se fueron, pero al día siguiente vinieron a casa con dos barbos, mi padre les dijo rotundamente que no podía consentir que nos diera los barbos que era de su venta, de lo que ellos comian, pero Antonia le contestó "anda malange que no es para ti, que es para las niñas". La pobre estaba tan agradecida por lo que habían hecho mis padres, que correspondía con lo que tenía. Mi madre le dio lentejas, garbanzos y un poco de aceite para que hiciera unos potajes y cada 4 o 5 días aparecían con dos barbos y mi madre les daba algunas legumbres y un poco de aceite y de esta manera se estableció una especie de trueque, ella nos daba algo que nosotros no teníamos y mi madre les daba algo que ellos no tenian. En aquellos tiempos de la poguerra, tan dificiles y con una guerra mundial, casi a nuestras puertas, no solo había pocos alimentos que adquirir, sino poco dinero para adquirir los que había, solo las personas con bastante dinero, encontraban alimentos que comprar, pero a precios desorbitantes. Según me enteré, años más tarde, aquello era algo que llamaban ¿estraperlo?.
Los guardias tenían en la Comandancia un economato en el que compraban, por meses, legumbres, aceite, arroz, fideos, harina y algo de azúcar. Después de pagar el economato, con el sueldo tan bajo que cobraban, les quedaba a mis padres, bien poco para comprar, leche, huevos carne y pescado, de ahi con la alegría con la que mi madre veía llegar a Antonia, con los barbos. Paralela a este particular trueque, fué naciendo una entrañable amistad, entre aquel matrimonio gitano y mis padres.
Antonia venía algunas tardes para llevarnos a su casa, pero mi hermana, que era mayor que yo, prefería quedarse en casa para irse a la calle, a jugar con sus amigas, pero a mi me encantaba irme.
Antonia me llevaba hasta su casa, encaramada en sus caderas. el "cuadrí", como decía ella,y así me llevaba, además , dándome un monton de besos, que a mi me encantaba. Lo 1º que hacía, Antonia, era coger un cazo, ordeñaba una cabra y me daba un vaso grande de leche,y recuerdo, como si fuera ahora mismo, que estaba templada y lo que más me gustaba era la espuma tan rica que coronaba el vaso y como se reian, Manuel y Antonia, al verme con aquellos bigotes blancos. Luego, ellos dos, se ponían a hacer canastos para venderlos, eran de mimbre y lo entretejian ta bonitos,que aún recuerdo los canastitos que ellos no echaban por Reyes, que parecían de encajes. Mientras ellos hacían los canastos, yo cogia una varita de mimbre, me iba al corral y pinchaba a las cabras en las ancas y las pobres no sabían donde meterse cuando me veian, aún recuerdo lo nerviosas que se ponían y es que verderamente, creo, que yo no era muy buena. Ahora comprendo a mi padre que solía decir que había que vigilarme de cerca porque yo no ideaba nada bueno.
Cuando anochecía venía mi madre a buscarme y yo me iba con pena, porque en casa, con nada que hiciera, ya estaba castigada.
En el año 44 tasladaron a mi padre a Las Minas del Castilo de las Guardas y Antania lloraba amargamente por lo lejos que nos íbamos pero,gracias a Dios pudimos seguir viéndonos ya que Manuel había encontrado un trabajo en Sevilla y se fueron a vivir a una calle paralela a la que vivía mi abuelo Ramón y mis tios, asi que cada vez que venía a ver a mi abuelo, repartía mi tiempo entre ellos y mi abuelo.
Un día, pasados ya algunos años, Manuel murió y a Antonia se la llevaron unos familiares.Por más que mi padre preguntó, nadie sabía donde estaba y de esa manera le perdimos la pista.
Manuel y Antonia dejaron una huella tan profunda en mi, con su cariño incodicional,que no necesito retrotraerme al pasado para recordarlos. ellos siguen latentes en mi, pués basta que huela a adobo para "ver" a Manuel, como agitaba los barbos, para darme miedo y como se reía cuando lo conseguía, y cuando me tomo un vaso de leche,(nada que ver con los que me dabaAntonia), ahí, en el fondo del vaso, los maravillosos ojos de Antonia estan, mirándome con ternura.
He querido contar esta historia para endir un homenaje a la AMISTAD. Esa amistad que se creó entre mis padres y Manuel y Antonia, con unos lazos más fuertes que los de la sangre, porque estan basados en el ceriño,la comprensión y la tolerancia.
También quiero agradecer a mis padres, que con su ejemplo, me enseñaron a querer y respetar a los gitanos, representados en las personas de Manuel y Antonia, unas personas, sencillas,buenas y honradas a carta cabal.

2 comentarios:

  1. Preciosa y emotiva historia, que tuviste la generosidad de darme a conocer, hace un tiempo. Volver a leerla es confirmar una vez más lo afortunada que soy en considerarme amiga tuya. Familias como la que tuviste son imprescindibles en la sociedad actual.
    ¡Gracias por compartir estos tesoros!!!!!
    Un beso.

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  2. He vuelto a releer esta hermosa historia, la recordaba muy bien
    ¡Quería recrearme con ella otra vez!!!!!
    Un saco de besos, amiga.

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